El uso de los implantes dentales ha supuesto uno de los cambios más importantes en la práctica odontológica: ha permitido la reposición de dientes en gran número de pacientes y en casos muy difíciles de resolver previamente.
Sin embargo, a pesar de la predictibilidad de los tratamientos con implantes dentales, estos no están exentos de dificultades. En los últimos años, se ha constatado la alta frecuencia de problemas asociados a los tejidos periimplantarios, que pueden conducir a la pérdida del hueso periimplantario y, finalmente, a la pérdida del implante y de la restauración que soportaba.
Tal y como explica el doctor Ignacio Sanz, de Clínica Sanzmar de Madrid, asociada a BQDC, estas enfermedades se han denominado enfermedades periimplantarias y se pueden clasificar en dos entidades como distintos grados de severidad de la misma patología:
- Una entidad con inflamación de los tejidos periimplantarios pero sin pérdida ósea: mucositis periimplantaria.
- Otra entidad, destructiva, que sí está asociada a pérdida de tejido óseo: periimplantitis, especialmente relevante, por la morbilidad asociada y por la falta, hasta ahora, de tratamientos predecibles para controlar la destrucción.
La prevalencia de este grupo de patologías se dispara a partir de los 5-7 años de tener los implantes en función y pueden afectar hasta un 80% de los pacientes y entre un 12 y 35% de los implantes. Como factores de riesgo principales están:
- El biofilm bacteriano (placa dental)
- Padecer o haber padecido periodontitis
- El hábito del tabaco
Además de que los implantes dentales deben estar bien colocados, es fundamental diseñar restauraciones que permitan el acceso a la higiene.
Por dónde empieza la prevención
La baja predictibilidad del tratamiento de las periimplantitis y su alta prevalencia, hace necesario establecer estrategias de prevención para evitar o disminuir su incidencia. Estas estrategias preventivas tienen que estar organizadas desde todo el equipo de la consulta para que se puedan establecer protocolos rutinarios de mantenimiento en el día a día de pacientes portadores de implantes. Las estrategias de prevención se deben desarrollar tanto desde lo profesional en la consulta como en el día a día del paciente en su casa.
El orden cronológico de la prevención debe empezar por explicar al paciente antes de recibir el tratamiento de implantes el tipo de restauración que va a llevar y los cuidados que requiere la misma. Posteriormente, debe comenzar el régimen de visitas de mantenimiento en la que, según el doctor Ignacio Sanz, “hemos de continuar con las instrucciones en las técnicas de higiene, la motivación y el refuerzo, comprobando cada vez que viene el paciente su grado de cumplimiento. Este punto es fundamental para el éxito a largo plazo.”
En la visita de mantenimiento se ha de realizar una exploración minuciosa de los tejidos periimplantarios, “debemos detectar precozmente los signos de enfermedad para instaurar un correcto tratamiento”, señala el doctor Sanz, y se ha de proceder a la eliminación del biofilm/cálculo y al pulido de las estructuras del conjunto implante-prótesis.
Por último, se deben adecuar las técnicas de higiene al perfil de cada paciente para que realice su higiene en casa en función de sus aptitudes, valorando el tipo de sistema de remoción mecánica que necesita el paciente, así como el tipo de agente químico. La frecuencia de mantenimientos vendrá determinada por la capacidad del paciente para mantener sus implantes libres de placa y por la suma de factores de riesgo para las enfermedades periimplantarias que acumule el paciente.