¿Hay algo que nos ilumine más que una sonrisa?
Los bebés sonríen antes incluso de ver el mundo. Dibujada en su pequeño rostro, su sonrisa apacigua cualquier tensión, sosiega nuestros miedos adultos.
Luego crecen y se hacen niños. La imaginación se desborda y el juego se apodera de sus sentidos. Todo en su universo pasa por la sonrisa, como si ésta fuera un motor de explosión que libera toda su energía.
La adolescencia nos encuentra en plena transición hacia la vida adulta. Todo se cuestiona, las dudas afloran. La sonrisa se convierte en nuestra arma más poderosa, en el camino perfecto hacia la amistad verdadera.
Llega el primer amor. Y nuestra sonrisa pasa a tener dueño, nombre propio, al que nos entregamos por completo en cada beso.
Con el tiempo, la sonrisa se convierte en una actitud, un bálsamo reparador, un recurso terapéutico para afrontar todo lo que venga. Es el vehículo para la evasión, el mecanismo exacto para disfrutar de los pequeños placeres de la vida y parar el tiempo.
Y es así, sonriendo, como llegamos al final del camino. Miramos atrás y comprobamos como incluso los momentos adversos, esos que nos ponen a prueba, nos arrancan una sonrisa y las carcajadas, fruto de sentirnos vivos, se convierten en legado para los que vienen detrás.
El ciclo se cierra, lentamente, y lo único que permanece, grabado a fuego en nuestras retinas, es la sonrisa amplia y contagiosa de aquellos a los que queremos y hemos querido.
El poder de la Sonrisa no Tiene Límites
Disfruta de una Boca Sana.
BQDC: Juntos Mejoramos para ti.