Cepillarse los dientes es como escribir o caminar: no recordamos cuando aprendimos, pero desde que sabemos nunca nos planteamos que podamos estarlo haciendo mal. Son acciones que llevamos a cabo de forma automática; dando pasos, poniendo una letra detrás de otra, frotando los dientes con nuestro cepillo…
Sin embargo, al igual que hay personas que andan de forma particular o quienes tienen una caligrafía ilegible, también cepillarse los dientes tiene su truco y no siempre contamos con la información necesaria para que nuestros hábitos de limpieza garanticen una higiene óptima.
¡Te contamos cuáles son los errores más frecuentes que observan los dentistas a la hora de cepillarse los dientes y cómo puedes corregirlos!
Checklist de errores: lo qué NO se debe hacer al cepillarse los dientes
- Cepillarte con poca o demasiada frecuencia. Los extremos suelen ser malos: ni es bueno no cepillarse ni lo es hacerlo repetidas veces en un mismo día. Si te cepillas poco, tu higiene y salud dental se verán perjudicadas, pero si te pasas corres el riesgo de dañar tu esmalte. Lo ideal es cepillarse unas dos o tres veces al día: por la mañana, después de comer y antes de acostarte.
- Echar una cantidad de pasta de dientes excesiva. Mayor cantidad no significa mayor limpieza. Debes usar el equivalente a un garbanzo. Parece poco, pero realmente empleando más pasta lo único que conseguirás es desperdiciar y obtener una falsa sensación de mayor limpieza.
- Cepillarte con fuerza. La misma regla que el caso anterior: cepillarte más fuerte no asegura que tus dientes vayan a quedar más limpios, al revés, favorecerás la erosión del esmalte y que tus encías sangren y se vuelvan más sensibles. De modo que ten cuidado con los cepillados agresivos.
- Cepillarte demasiado rápido. Dedicar muy poco tiempo al cepillado es otro fallo frecuente. Es preferible que hagas movimientos pausados a que vayas a la velocidad de la luz y en 30 segundos hayas terminado. Lo recomendable es estar dos minutos, si permaneces menos tiempo es más probable que te dejes zonas sin limpiar, como por ejemplo, la cara interna de los dientes.
- Enjuagarte repetidas veces. Si una vez te has cepillado te enjuagas varias veces, reducirás los efectos de la pasta de dientes. Deja que el dentífrico actúe un buen rato para conseguir una limpieza más eficaz.
- Cepillarte los dientes después de comer. Sí, es necesario cepillarse después de cada comida para evitar que los ácidos de los alimentos se sumen a las bacterias de nuestra boca, pero hacerlo justo después puede perjudicar nuestro esmalte. Si es posible, espera varios minutos, incluso media hora, antes de pasar el cepillo.
- No cuidar tu cepillo de dientes ni vigilar cuál es mejor para ti. Si utilizas un cepillo con las cerdas muy duras puedes dañar tus encías. Cámbialo después de tres meses de uso regular para que no se resienta y continúe siendo una herramienta efectiva. Y, desde luego, no emplees el cepillo de otra persona ni dejes que nadie utilice el tuyo; sería como tender un puente a las bacterias para que pasen de una boca a otra.
Por último, recuerda, ni el uso de colutorio ni chicles mentolados sin azúcar puede sustituir el cepillado, por mucho que obtengas la misma sensación de frescor. Usar estos recursos para complementar la limpieza es opcional. Si tienes poco tiempo, compra un cepillo de dientes de viaje con funda que puedas llevar a todas partes. Así podrás escaparte al servicio y cepillarte sin importar lo ajetreada que sea tu rutina.
La importancia de una buena higiene dental
En nuestra boca se acumulan diariamente cientos y cientos de bacterias. La única forma de eliminarlas es teniendo una rutina de higiene bucodental adecuada.
La higiene dental nos ayuda a prevenir problemas muy habituales como la aparición de caries o la gingivitis, y a evitar otras repercusiones estéticas como la tinción de los dientes.
¡No descuides tu higiene dental! Si tienes cualquier duda, puedes hacer tu consulta en tu clínica de BQDC más cercana.